Monografías

El Posclásico


El Posclásico es el último periodo de la historia Prehispánica. Se inicia con la caída de los grandes centros de poder del Clásico, aproximadamente hacia el 900 y termina con la conquista española de Mexico-Tenochtitlan en 1521.

Este periodo se caracterizó sobre todo por el militarismo, acompañado de grandes movimientos de población, inestabilidad política y expansión imperial. El desplome de las grandes ciudades del Clásico produjo la fragmentación de las redes de comercio y un gran desequilibrio en los gobiernos de toda Mesoamérica. La fuerte competencia por controlar el comercio y los territorios que antes estaban bajo el dominio de los grandes centros, provocó que las ciudades se organizaran militarmente. La guerra fue un elemento generalizado.

El ambiente de tensión pudo haber sido uno de los factores que provocó la movilización de grandes grupos humanos, otra de las características importantes de este periodo. La gran cantidad de grupos que emigraron pudieron haberlo hecho porque eran desplazados de guerra, por la necesidad de buscar territorios más propicios para sus intereses y tal vez para buscar nuevas aventuras de conquista. Este problema llegó a ser tan grave que hacia el año 1000 el norte mesoamericano lo abandonaron los grupos sedentarios y lo ocuparon cazadores-recolectores. La llegada masiva de gente del norte, algunos sedentarios y otros cazadores-recolectores, es lo que se conoce como la invasión de los chichimecas, término que se aplicaba sólo a los bárbaros.

Los chichimecas fueron adoptando formas de vida más complejas a medida que avanzaban hacia el sur, al mismo tiempo que reforzaron el militarismo de los grupos establecidos.

Los nuevos centros de poder que se generaron, y sobre todo en los que intervenían los invasores norteños, no sólo ambicionaban tener control comercial; buscaban también el sometimiento político de otros pueblos que debían pagarles tributo. El ambiente violento y militarista de la época ha quedado reflejado en documentos del siglo XVI que se refieren a órdenes de guerreros profesionales, muchas veces vestidos como fieros animales (águilas, jaguares, coyotes) y que tenían cultos religiosos propios.

A estas ideas militaristas se asociaba el culto al dios Serpiente Emplumada, que muchos gobernantes fomentaban para su propio provecho. Es por eso que había soberanos y sacerdotes con el nombre de Quetzalcóatl en el centro de México, Kukulcán en el norte de la Península de Yucatán y K’ucumatz en Guatemala. Los mitos del dios Quetzalcóatl y la figura de su capital celestial, Tollan, generaron la explicación y justificación del nuevo sistema político.

Otro de los mitos importantes de la época fue el del Quinto Sol, que le daba un sentido sagrado a las campañas de conquista, impulsando a los guerreros a capturar enemigos que debían ser conducidos a la piedra del sacrificio.

El arte reflejó el ambiente militarista, con representaciones de sacrificios y personajes armados, y la arquitectura se empobreció si se compara con las magníficas y elaboradas construcciones del Clásico.

El centro de México fue la zona más importante del Posclásico, ya que a ella llegaron los numerosos grupos chichimecas; además, ahí se generaron los mitos y centros de poder que influirían y dominarían otras regiones mesoamericanas. En esta región se destaca el surgimiento y caída de la ciudad de Tula, en Hidalgo (900-1150); las invasiones chichimecas y la llegada de la gente de Xólotl; así como el surgimiento y consolidación del imperio mexica, desde la formación de la Triple Alianza hasta la caída de Tenochtitlan en 1521.

Al Posclásico en Oaxaca lo caracterizó la caída de la ciudad de Monte Albán y la reorganización del territorio en pequeños señoríos bajo el dominio de los mixtecos, cuyo sitio más representativo era Mitla, que tenía una arquitectura de grecas muy elaborada. Es importante mencionar durante el Posclásico los mixtecos dominaron el trabajo del oro y produjeron joyas realmente admirables.

En la zona maya también predominó el ambiente militarista. Hubo una reorganización de todo el territorio, los principales centros de poder se ubicaron en la península de Yucatán, más al norte de las ciudades dominantes durante el Clásico. Chichén Itzá es la ciudad que se situó al frente de las demás, hasta que la derrotó Mayapán, su antigua aliada, a mediados del siglo XIII. Después de este hecho vino una época de fragmentación y conflicto entre los numerosos reinos, situación que aprovecharon los conquistadores españoles para someter a los mayas.

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