Monografías

Los olmecas


La historia del pueblo olmeca tuvo una duración de siete siglos y medio (1150-400 a.C.) y es una de las más conocidas del Preclásico. Este pueblo se asentó al sur del actual estado de Veracruz y en Tabasco, y se calcula que su zona de actividad cultural abarcaba casi 18 000 km2, rebasando los límites de los ríos Papaloapan y Tonalá. Sus orígenes tal vez se debieron a la fusión de individuos de varios grupos distintos: los oaxaqueños, el mixe y el maya.

La belleza y grandiosidad del arte olmeca provocó que la mayoría de los investigadores estudiaran sus estilos, por lo que dieron poca importancia a los aspectos sociales y económicos de la sociedad. El arte olmeca reflejaba un pensamiento religioso bastante desarrollado, en el cual las divinidades adquirían representaciones fantásticas que mezclaban formas humanas y animales. El cocodrilo, el tiburón, la serpiente, el ave rapaz y, sobre todo, el jaguar son los elementos que formaban parte de su mitología y que se reflejaban en todas sus manifestaciones artísticas.

Los artefactos y objetos de arte olmeca proceden de varios sitios arqueológicos: San Lorenzo, La Venta, Tres Zapotes, El Manatí y Potrero Nuevo. San Lorenzo fue el sitio más importante entre 1150 y 900 a.C. Se construyó en una zona fértil irrigada por el río Coatzacoalcos sobre una plataforma nivelada mediante trabajo humano, cuyas dimensiones son sorprendentes: 45 metros de altura y 50 hectáreas de superficie. Sobre ella hay muchos montículos con plazas rectangulares y numerosas estructuras habitacionales. En la época de esplendor de este sitio se construyeron grandes monumentos esculpidos en bloques de piedra traídos del Cerro Cintepec, a 70 km del lugar. Seguramente se necesitaron cientos de hombres para llevar estas rocas en balsas a través del río Coatzacoalcos. Nueve de estos grandes monumentos, llamados monolitos, son cabezas colosales cubiertas por cascos y supuestamente son rostros de gobernantes. Otros monolitos han sido llamados altares, ya que son como mesas planas gigantescas, que tienen en la parte media la escultura de un personaje sentado.

Durante el esplendor de San Lorenzo, en La Venta y Tres Zapotes se realizaron importantes obras arquitectónicas. Ahí también se esculpieron cabezas colosales, cuatro en La Venta y dos en Tres Zapotes. La orientación de los edificios en La Venta es la misma que la de San Lorenzo, y estos sitios comparten la presencia de altares, conductos subterráneos de agua y ofrendas con figurillas de piedra verde y espejos de hematita.

San Lorenzo perdió importancia hacia el año 900 a.C., pero La Venta tendría todavía varios siglos de esplendor. En ese sitio los grandes edificios públicos se levantaron en una isla y alrededor se distribuyó una extensa población, asentada entre ríos y pantanos.

El centro de La Venta lo formaban varias plazas; en la principal había una pirámide de 34 metros de altura, con una forma irregular, parecida al molde de una gelatina con forma de estrella. En otra de las plazas había varios edificios y una valla de columnas de enormes piedras de basalto que medían dos metros. Lo más sorprendente es que se encontró una grandiosa ofrenda enterrada, con capas de arcilla rosa, morada y roja, que consistía en toneladas de piedra serpentina formando mosaicos con figuras de mascarones geométricos, hachas y figurillas de piedra verde. En uno de los extremos de la plaza se eleva un montículo de arcilla, debajo del cual se encontró una tumba con paredes y techo de basalto en el que yacían dos cuerpos juveniles. Las evidencias muestran que ese lugar tuvo un fin violento: hacia el 400 a.C. se produjo la mutilación de 20 de los 24 monumentos de piedra del lugar, fenómeno que había ocurrido en San Lorenzo siglos antes.

Tres Zapotes se construyó en una zona pantanosa y contaba con más de 50 edificios y monumentos de piedra, tradición que continuó después de la caída de los dos anteriores.

Los olmecas tuvieron un intenso contacto con otras regiones mesoamericanas, sobre todo con la Cuenca de México y Oaxaca. En muchos lugares de Mesoamérica se han encontrado objetos y monumentos con imágenes de niños-jaguares, cejas flamígeras y cruces de San Andrés, elementos asociados con el arte olmeca. Tal vez el intercambio de objetos y materias primas fue el responsable de la presencia de estos materiales. También se ha afirmado que las elites mesoamericanas de la época usaban objetos con símbolos olmecas para reforzar su posición de dominio en la sociedad.

Descargar PDF