Museo
La sala de Occidente de México está dedicada a diversas culturas que se asentaron y desarrollaron desde el Preclásico (800 a.C.) hasta el Posclásico (1521).
La primera parte de la sala corresponde al
Preclásico (800 a.C. – 200 a.C.) con piezas
representativas de varias culturas y regiones:
Cachapa (Colima), El Opeño (Michoacán),
Chipícuaro (Guanajuato) y San Jerónimo
(Guerrero). Se trata de aldeas agrícolas con
una fuerte tradición funeraria que incluye
una gran cantidad de ofrendas de vasijas y
figurillas de cerámica, cuyo rasgo particular
es la decoración geométrica. En esta época el
intercambio de productos con otras regiones
de Mesoamérica, como la Costa del Golfo (con
los olmecas) y el Altiplano, fue frecuente.
La época del Clásico, entre el año 200 y 900, se distingue por el apogeo de la llamada cultura de las tumbas de tiro, en los actuales estados de Jalisco, Colima y Nayarit. Esta cultura tenía la costumbre de enterrar a los muertos debajo de las casas, en unas tumbas que se construían haciendo un pozo vertical con una profundidad entre 2 y 16 m. El pozo se conectaba a una o más cámaras en las que se depositaba a los muertos, acompañados de ricas y variadas ofrendas, que pueden verse en las vitrinas de la presente sala.
En las ofrendas se distinguen dos tipos: las
de objetos útiles para su vida después de
la muerte y las de objetos simbólicos. En el
primer grupo hay vasijas con comida y según el
género, hachas y puntas de flecha, o metates
y malacates para hilar algodón. Como objetos
simbólicos destacan conchas y caracoles,
asociados con el agua y la virilidad del
hombre, figurillas huecas que personificaban
al muerto, figurillas de acompañantes del
muerto: mujeres, guerreros y chamanes, e
instrumentos musicales.
La tradición de las tumbas de tiro terminó hacia el 600 y cada estado tuvo un desarrollo propio, como la cultura Mezcala en Guerrero.
Se cierra la visita a la sala con los purépechas o tarascos, el grupo que predominó en el Posclásico tardío (1250-1521).
Los tarascos llegaron al lago de Pátzcuaro y se mezclaron con los pobladores existentes; en poco tiempo conquistaron el territorio de Michoacán y zonas aledañas, desde el río Lerma hasta el Balsas.
El personaje que logró consolidar lo que
se conoció como el Señorío Tarasco fue
Tariácuri hacia el año 1370. Dicho personaje
logró unificar las aldeas alrededor del lago
que estaban organizadas en tres señoríos:
Ihuatzio, Pátzcuaro y Tzintzuntzan; esta última
ciudad fue la capital hasta la llegada de los
españoles.
Los tarascos se distinguieron por ser un pueblo guerrero. Construyeron una línea de fortificaciones separando sus dominios, ubicadas en las colinas y márgenes de ríos como puestos vigía. Fue un pueblo que se opuso a la gran expansión de los mexica; durante el siglo XV hubo varios intentos de invasión para conquistarlos, pero no lo lograron.